En 2006 Roger Federer tuvo una temporada histórica, arrasando con todos los que se cruzaba a su paso, todos, menos Rafael Nadal. El español era en ese entonces el único antídoto para el suizo, propinándole cuatro de las cinco derotas que sufrió en la campaña.
Roger Federer llegaba al 2006 como el mejor jugador del planeta, manteniendo el número 1 del ranking por más de 2 años consecutivos.
El suizo inició la campaña como una completa aplanadora, acumulando un record de 44-3 en los primeros meses. Curiosamente, dichas derrotas las sufrió ante el mismo jugador, Rafa Nadal, quien a sus 19 años ya había levantado su primer trofeo de Roland Garros.
El primer encuentro entre ambos históricos se dió en la final del Torneo de Dubái, con Rafa sorprendiendo al suizo en pista rápida derrotándolo en 3 sets. Hasta entonces, Federer llevaba una racha de 16 triunfos seguidos y ya se había adjudicado el Open de Austalia. El español lo volvería a vencer en la final del Masters de Montecarlo y en la final del Masters de Roma.
De esta forma quedaba claro que Rafa se convertía en el rey de la tierra batida y que Roger se había encontrado con algo más que una piedra en su zapato.
A lo largo de la temporada volverían a enfrentarse dos veces más, en finales de Grand Slam consecutivas. Primero le llegaría el turno a Nadal, quien se aseguró el bicampeonato de Roland Garros derrotando en la final a Federer en cuatro parciales.
Semanas más tarde el suizo tendría su revancha, imponiéndose ante el español en la final de Wimbledon, también en 4 sets.Roger iría por más, y en Nueva York volvería a repetir como campeón del US Open, llegando de esta forma a la final en los cuatro torneos major del 2006, algo que hasta entonces nunca había ocurrido.
Rafa ese año rompería el récord de victorias consecutivas del argentino Guillermo Vilas, superando los 53 triunfos al hilo en tierra batida. Sus números al finalizar la campaña lo situaban como número 2 del ranking, con la impresionante marca de 79 victorias y 10 derrotas.
Si bien ambos íconos ya habían tenido algunos enfrentamientos previos, no fue hasta aquella temporada en donde la histórica rivalidad se consolidaría como la más emocionante del tenis.
El dominio implacable de Federer y la constante amenaza de Nadal animaron al mundo del tenis y catapultaron su popularidad, ofreciendo batallas épicas que aún resuenan en la memoria colectiva.