Carlos Alcaraz volvió a coronarse en la cima del tenis masculino, al derrotar a Lorenzo Musetti por 6-4, 6-1 y asegurar por segunda vez en su carrera el No. 1 del mundo al final de temporada. Tras un curso marcado por altibajos y un potente esprint final, el español admitió que este hito se siente distinto a 2022, cuando terminó primero con apenas 19 años. Esta vez, las expectativas y la presión pesaron más, aunque el objetivo maduró poco a poco, con la conclusión de que “una vez que te marcas una meta, siempre es genial alcanzarla”.
Parte de lo que hace tan significativo este desenlace para Alcaraz es que el No. 1 no figuraba de inicio en su radar. Con Jannik Sinner dominando durante 2025, la carrera de puntos en vivo a comienzos de 2025 colocaba a Alcaraz a cierta distancia —demasiado lejos, en apariencia, para pensar en adelantarlo.
Sin embargo, la suspensión de tres meses de Sinner cambió el panorama. Alcaraz renació en la gira de tierra, tras un inicio irregular con un par de tropiezos, como la derrota en los cuartos del Open de Australia y la eliminación en primera ronda del Miami Open.
Al regresar a la arcilla, Alcaraz se recompuso y desde entonces ha estado prácticamente intratable, con 55 victorias y solo 4 derrotas. Al llegar a Turín ya encadenaba triunfos ante Alex de Minaur, Taylor Fritz y, por último, Musetti, suficientes para elevar su total a 11.650 puntos, culminando con su admisión de que “creo que terminar el año como No. 1 no era el objetivo al principio, porque lo veía muy lejos con Jannik arriba”.
Una gran racha de torneos le dio ritmo, títulos y confianza renovada, en contraste con los meses irregulares previos. Afinó su tenis, estabilizó resultados y los objetivos cambiaron en consecuencia. Acabar la temporada como No. 1 pasó de improbable a posible y, finalmente, a una misión urgente que se consolidó con cada victoria esta semana, como él mismo articuló al recordar que “desde la mitad de la temporada empecé a jugar un tenis increíble—muchos torneos seguidos, consiguiendo muchos trofeos”.
Aun así, su último partido de grupo ante Musetti tuvo tensión. El seis veces campeón de Grand Slam saltó a pista ya clasificado a semifinales, pero con el No. 1 en juego—y con Musetti peleando por su cupo—, la presión fue compartida y pesada. Alcaraz no escondió los nervios y describió la ocasión como inusualmente difícil de manejar incluso en medio de su buen juego, asentando sus ideas al final del set con la confesión de que “estoy muy feliz de haberlo conseguido aquí, en este torneo, después de tres victorias”.
Un gran partido en más de un sentido
Al analizar su rendimiento, Alcaraz no evitó señalar los aspectos mejorables. Pese a dominar los intercambios desde el fondo y cerrar con decisión en la red, vio margen de progreso. El peso de lo que había en juego le acompañó en cada juego, algo que dejó claro al admitir abiertamente que “creo que hoy jugué con muchos nervios—fue realmente difícil manejarlo”.
El contexto amplificó la carga emocional. Musetti buscaba la clasificación, y Alcaraz algo mayor: el derecho a cerrar el curso como el mejor del mundo. Ese choque de incentivos marcó el tono del duelo. Para Alcaraz supuso pelear no solo contra su rival, sino contra sus propias expectativas, que describió de forma directa como “un partido realmente grande para los dos: él intentando meterse en semis, y yo intentando acabar el año como No. 1”.
Incluso en medio de la presión, el tenis afloró por momentos. Alcaraz golpeó limpio, buscó la red y dejó destellos de brillantez tan propios de su juego. Aun así, pidió más continuidad, y su autoevaluación fue honesta y ambiciosa, el tono de quien cree que aún tiene una marcha más. Como dijo, al valorar su estado general, “no pude jugar tan suelto como quería”.
Mirando adelante, Alcaraz confía en soltar la tensión y elevar más su tenis. Con una semifinal en Turín y el trofeo aún en disputa, llega al fin de semana con alivio y foco. “Ojalá en semifinales pueda subir un poco el nivel. Estoy ilusionado por hacerlo.”
Por ahora, deberá esperar para conocer a su rival, que saldrá del ganador entre Alexander Zverev y Felix Auger-Aliassime.