Andy Murray ha tenido una carrera ilustre en la élite del tenis. Pese a todos los títulos grandes y de relieve que acumuló en una trayectoria impresionante, guarda un arrepentimiento de su tiempo en el deporte.
Murray desafió de forma habitual a Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer por los Grand Slams, rompiendo el molde dominante del Big Three. Lo demostró con sus triunfos en Wimbledon en 2013 y 2016 ante su público, después de haber abierto camino un año antes en Flushing Meadows en 2012, donde saboreó la gloria por primera vez en un grande.
Sin embargo, su etapa en la cumbre se frenó en seco justo después de conquistar las ATP Finals y convertirse en número uno del mundo tras una fantástica campaña de 2016. Quedó fuera de las pistas por una lesión de cadera, pasó por el quirófano y no regresó hasta 2018, ya fuera del top 100.
Eso no le amilanó. Siguió intentando competir con los mejores, aunque lejos del nivel superlativo de antaño. Resistió hasta 2024, cuando finalmente tomó la decisión ejecutiva de poner fin a su carrera. Eligió los Juegos Olímpicos de París como su último torneo, formando pareja con su compatriota Dan Evans en dobles. Tras ganar dos partidos dramáticos, cayeron en cuartos ante los estadounidenses Taylor Fritz y Tommy Paul, poniendo punto final a la carrera de Murray.
Al repasar el desenlace de su trayectoria, el británico, de 38 años, explicó que su cuerpo no daba para más. “Creo que ayudó que yo estuviera listo para retirarme; físicamente ya no podía jugar al nivel que quería, mi cuerpo me estaba diciendo que era el momento”, dijo Murray en el
podcast de Romesh Ranganathan. “No sentía que tuviera mucho más que dar, pero a los 10 días, dos semanas de terminar, miré atrás y pensé: ‘Vaya, no puedo creer que lograra hacer estas cosas y conseguir estos éxitos’.”
Su mayor arrepentimiento en la carrera
Pese a todo lo conseguido, el escocés compitió siempre cuerpo a cuerpo con el Big Three, lo que dificultó una continuidad ganadora al máximo nivel. “Cuando jugaba, no sentía mucho orgullo por mi carrera porque, muchas veces, estaba rodeado por tres de los mejores tenistas de todos los tiempos y tus logros parecen minúsculos en comparación con los de ellos. Los miras, uno, para aprender y mejorar, pero también quieres intentar igualar sus resultados”, reconoció Murray con tono sombrío.
Con perspectiva, desearía haber sido más “amable” consigo mismo y haber disfrutado más del circuito. “Tienes que ganar a esos jugadores, así que no tenía mucho orgullo por lo que había logrado mientras competía, pero muy rápido, cuando terminé, no sé, mi percepción de mi carrera y de lo que conseguí cambió drásticamente. Es una pena, ojalá, mirando atrás, hubiera sido un poco más amable conmigo mismo y hubiera disfrutado un poco más de mi carrera. Es difícil: cuando intentas conseguir cosas, siempre está el próximo torneo y la semana siguiente. Siempre hay presión por salir ahí y rendir”, añadió.
Aunque su paso por el tenis fue un gran éxito, no pudo alcanzar todo lo que quizá esperaba por el altísimo nivel de los rivales a los que se midió con frecuencia. Perdió ocho finales de Grand Slam, tres ante Federer y cinco frente a Djokovic. El título de las ATP Finals de 2016 contra Djokovic fue uno de los últimos grandes golpes que asestó a sus eternos adversarios.