“La biomecánica y mi anatomía son únicas”: Francesca Jones rompe las normas del tenis pese a una rara condición genética

WTA
martes, 16 diciembre 2025 en 10:30
francescajones
Francesca Jones concedió recientemente una entrevista personal en Tennis Insider Club —el pódcast de Caroline Garcia— en la que habló abiertamente de su rara condición genética: Ectrodactilia Displasia Ectodérmica. La británica ha pasado toda su vida respondiendo preguntas sobre sus limitaciones, pero ahora está demasiado ocupada superándolas como para fijarse. La jugadora de 25 años, actualmente en su mejor ranking como No. 73 del mundo, ha forjado un camino en el tenis profesional que la ciencia médica consideraba imposible.
Nacida con Ectrodactilia Displasia Ectodérmica (EEC), Jones llegó al mundo con un pulgar y tres dedos en cada mano, y solo siete dedos de los pies en total. A pesar de que los médicos predijeron en su día que nunca practicaría deporte profesional, se ha consolidado como la No. 3 británica, solo por detrás de Emma Raducanu y Sonay Kartal. Es una realidad física que exige una gestión constante, ya que admite sin rodeos que “la biomecánica y mi anatomía son únicas”, obligándola a adaptarse de formas que sus rivales nunca tienen que contemplar.
Su ascenso al top 100 ha estado marcado por un historial médico con numerosas operaciones y una singular sensación de aislamiento. A diferencia de sus compañeras, que pueden apoyarse en siglos de ciencia del deporte, Jones ha tenido que moverse a ciegas, confesando que “no hay una fórmula ni una respuesta directa para lo que hemos atravesado”. Aunque ha firmado una temporada sobresaliente —con títulos W75 en Vacaria y Praga, y triunfos WTA 125 en Contrexéville y Palermo—, la carga mental de enfrentarse a este rompecabezas biológico sin manual fue a menudo abrumadora.
El camino estuvo marcado por la frustración porque “nadie podía, de verdad, resolver eso por mí”. Describió haber visto a más de siete especialistas —incluyendo a los mejores neurocirujanos— por una única lesión nerviosa que nadie lograba descifrar. Esta falta de precedentes médicos obligó a Jones a convertirse en la CEO de su propio cuerpo, cuestionándolo todo y confiando en casi nadie hasta que demostraran su valía. Su método se ha definido por negarse a aceptar respuestas estándar para problemas no estándar, preguntándose a menudo: “¿Era la ciencia el problema?”.

Navegar una carrera sin mapa

El peso psicológico de competir en el deporte profesional con el síndrome EEC es difícil de exagerar. Jones reveló que durante años su emoción dominante fue la frustración, nacida de la constatación de que incluso los mejores médicos del mundo estaban conjeturando cuando se trataba de su biomecánica.
Señaló que incluso tomarse unos días de descanso puede hacer que su mano se le acalambre, porque su empuñadura requiere un mantenimiento tan específico y constante. Cuando Garcia le preguntó por las dificultades físicas, Jones ofreció una evaluación contundente de lo que significa ser pionera en un campo que depende en gran medida de los datos y los precedentes.
“Las dificultades han sido… ¿cómo puedo describirlo? Es probable que los desafíos que afrontamos físicamente no se hayan visto antes. Y por eso no hay una fórmula ni una respuesta directa para lo que atravesamos”, explicó Jones. “Físicamente, fue enorme… Tuve una lesión nerviosa que ni el mejor neurocirujano, el mejor neurólogo… Vi como a siete personas. Me habré hecho más de 10 resonancias para esa sola lesión. Nadie podía entenderla… Así que tratar de manejar esos desafíos fue por momentos abrumador. Me pregunté si yo era el problema. Me pregunté: ‘¿Era la ciencia el problema?’”.

Rechazar las tendencias del sector por la fuerza bruta

Para sobrevivir en el circuito WTA, Jones tuvo que rechazar el “relleno” moderno del entrenamiento tenístico. Expresó un profundo escepticismo hacia las tendencias de fitness “para Instagram”, y prefirió centrarse en la fuerza bruta y el levantamiento de pesas para compensar sus diferencias físicas. Ese escepticismo se extiende a sus procesos de contratación; se la conoce por “interrogar” a los posibles integrantes de su equipo, exigiendo que expliquen por qué funciona un ejercicio en lugar de limitarse a seguir órdenes. Jones entendió pronto que, para resistir la creciente fisicidad y velocidad de bola del tenis actual, no podía permitirse perder tiempo en ejercicios que no ofrecieran un retorno directo y contundente.
“Hay tantísima tontería en pista. Hay tantos preparadores que hacen todos estos ejercicios raros porque se parecen al tenis… Pero eso no me convierte en una mejor atleta. Lo que me convierte en una mejor atleta es levantar pesas”, le dijo a Garcia. “Sé que conmigo no van a intentar esas cosas raras. Y no puedes colármelo de todos modos, porque soy un dolor de cabeza para trabajar. Si no puedes responder a mis preguntas, estás fuera”.
A pesar de los obstáculos, la mentalidad de “todo o nada” de Jones ha dado frutos. Admitió a Garcia que estuvo cerca de retirarse a finales del año pasado, marcándose un ultimátum estricto para entrar en el top 100 o abandonar. Esa fuerza de voluntad pura la ha impulsado. “Tenía tolerancia cero. No podía tolerar las exigencias físicas del deporte”, dijo. “Ganaba partidos por pura mentalidad y porque soy muy terca. Pase lo que pase, voy a encontrar la manera. Y si muero en la pista, moriré en la pista”.
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