El célebre puño victorioso de
Maria Sharapova, ese gesto afilado y decidido tras ganar un punto crucial, es uno de los símbolos más reconocibles del tenis moderno.
Durante años representó dominio, concentración y el fuego competitivo de una campeona. Pero como Sharapova reveló en una reciente conversación en Web Summit Lisbon 2025, el significado de ese puño ha cambiado de forma radical. Lo que antes celebraba un triunfo deportivo ahora encarna una historia mucho más rica sobre resiliencia, identidad, maternidad y el valor constante de reinventarse.
A lo largo de su carrera, la presencia de Sharapova en la pista fue inconfundible. Pasó de joven atleta inmigrante a icono global, conquistando cinco títulos de Grand Slam y alcanzando el número 1 del mundo. Su puño cerrado se convirtió en parte de su identidad, un instante de emoción contenida en plena intensidad del partido.
Pero pocos percibieron entonces hasta qué punto ese gesto se conectaba con su mundo interior. No era solo la celebración de un punto ganado; era una señal de persistencia, de disciplina, de una chica que creció lejos de casa y luchó cada centímetro de su éxito.
Vida después de la pista central
Ahora, años después de apartarse del tenis profesional, Sharapova tiene una nueva perspectiva sobre ese gesto. Hoy, las victorias que celebra no se parecen a las que definieron su carrera. En lugar de alzar trofeos, está construyendo empresas, criando a un hijo y navegando las complejidades de una vida multidimensional.
El puño aún se alza, pero por motivos diferentes. A veces responde a un hito empresarial. Otras, a cuando su hijo de tres años alcanza un pequeño avance en su desarrollo, o cuando supera con aplomo un día difícil. El símbolo sigue siendo el mismo, pero su significado se ha profundizado.
Durante su charla en el Web Summit, le preguntaron a Sharapova qué parte de su yo más joven sobreviviría si empezara su carrera hoy, en una era marcada por la exposición digital constante y el escrutinio de las redes sociales. Sin dudarlo, dijo: la honestidad.
“Asume la responsabilidad. Sé constante. Mira hacia dentro y reconoce tus debilidades, límites, inseguridades y, sobre todo, trabaja en ellas. La honestidad será la fuerza que te sostenga.”
Para ella, la honestidad es el ancla que mantiene a alguien con los pies en la tierra cuando el mundo intenta definirlo. Es lo que permite a una persona mantenerse coherente, auténtica y resistente en momentos de presión.
Esta honestidad también nutre su comprensión de la identidad. Sharapova habló de la libertad que ahora abraza para ser muchas cosas a la vez. En sus palabras, el mundo a menudo intenta convencer a las mujeres de que deben elegir una sola versión de sí mismas: la elegante, la fuerte, la competitiva, la cuidadora. Pero Sharapova se niega a quedar reducida a una sola etiqueta. Cree que la fortaleza proviene de abrazar todo el espectro de quién eres.
El nuevo significado del puño de victoria
Su filosofía también está moldeada por la adversidad. Sharapova habló abiertamente de su suspensión en 2016, un momento que podría haber alterado su legado de forma permanente. En lugar de permitir que la definiera, la utilizó para ampliar su pensamiento. Estudió liderazgo, exploró los negocios, comenzó a invertir y reflexionó a fondo sobre el tipo de mujer en la que quería convertirse.
Otro cambio clave en su concepto de la victoria es el papel de la intuición. En un mundo dominado por recompensas inmediatas, comparaciones constantes e innumerables distracciones, afinar la intuición es, a juicio de Sharapova, un acto de fortaleza. Anima a otros, especialmente a las mujeres jóvenes, a escuchar sus señales internas, a confiar en sus instintos y a mantenerse fieles a sus valores incluso cuando el mundo las empuje hacia atajos. Esa alineación, cree, es lo que crea una vida de autenticidad y duración.
Su transición de estrella del tenis a empresaria también redefinió su visión del éxito. Hoy, el éxito tiene menos que ver con la validación pública y más con la claridad interior. Ya no separa su vida personal de sus aspiraciones profesionales; las concibe como partes interconectadas de su identidad.
La maternidad, por ejemplo, ha reordenado sus prioridades, pero también ha fortalecido su sentido de propósito. Construir empresas ha activado su creatividad y su mente estratégica con la misma intensidad con la que se preparaba para un Grand Slam. Su puño victorioso, que ahora se levanta en entornos más íntimos, celebra estos triunfos privados y profundamente significativos.
En última instancia, el puño de Sharapova se ha convertido en un símbolo de una vida vivida con intención. Honra su viaje desde aquella niña que llegó a Estados Unidos con una raqueta y un sueño hasta una mujer que sostiene con confianza muchos roles: atleta, empresaria, madre, inversora, mentora y narradora. Refleja el valor necesario para evolucionar en lugar de quedar atrapada en lo que el mundo espera que seas.