Una nueva era comienza para el griego
Stefanos Tsitsipas en el circuito ATP. El jugador de 26 años ha atravesado toda su carrera junto a su padre como entrenador, por lo que es un buen momento para mirar atrás y analizar cómo ha sido su trayectoria hasta ahora y echar un vistazo hacia el futuro del actual n° 11 del mundo.
Tsitsipas es uno de los mejores jugadores del circuito ahora mismo en el tenis, aunque en los últimos tiempos ha sufrido una clara regresión en su nivel. Tal regresión es lo que, en última instancia, probablemente selló el destino de su relación con su padre en el papel de entrenador de tenis.
Profundizar en su relación como familia y como profesionales es muy importante en la dinámica general pues, su padre siempre fue su modelo a seguir, algo que suele ocurrir bastante a menudo entre padres e hijos.
Apostolos, entrenador de tenis de profesión, compartía el mismo interés por el deporte. Cuando tienes una pasión que te une, desarrollar una buena relación es mucho más fácil.
Apostolos, hizo todo lo que pudo para guiar a su hijo. Sacrificó mucho por el sueño de Stefanos de convertirse en tenista, algo que el finalista en
Roland Garros 2021 tiene muy presente. Habla de ello a menudo, y de ahí viene su admiración por su padre.
Tsitsipas estuvo a punto de ahogarse de niño durante un evento en Creta, y fue su padre quien le ayudó a salvarse aquel día. Aquello no hizo sino consolidar a Apostolos como un auténtico héroe a los ojos de Tsitsipas. Esa admiración nunca desapareció, y sigue presente hoy en día.
Por eso fue tan difícil para el griego separarse de él como su entrenador. Cuando tu entrenador es la persona a la que admiras y, básicamente, alguien que no puede hacerte daño, es muy difícil reconocer que no te está ayudando.
Stefanos Tsitsipas se ha separado de su padre por última vez.
Tsitsipas nació en 1998, así que ha sido entrenado por su padre desde que tenía tres años. Es la persona que le introdujo en el deporte que acabaría amando, así que hay tantas emociones entrelazadas que es imposible separarlas. En cierto modo, no hay Stefanos Tsitsipas sin Apostolos Tsitsipas como entrenador, porque esa versión de él como tenista nunca existió.
La relación como profesionales terminó hace unos días, cuando Tsitsipas anunció su separación. Fue un post muy emotivo en las redes sociales en el que habló de las razones por las que llegó a esa decisión.
El anuncio de la separación entre él y su padre en la dinámica jugador-entrenador vino acompañado también del anuncio de que Apostolos seguiría viajando con su hijo durante los eventos. Se puede decir que es un hombre adulto con su propia vida, pero como tenista, nunca ha existido sin su padre. Pasar directamente a viajar sin él sería muy duro para Stefanos.
Los primeros años de su carrera fueron muy buenos. Tsitsipas surgió como un jugador con bastante talento que lo estaba haciendo realmente bien. Era un adolescente que ganaba a jugadores de la talla de Novak Djokovic, mostrando todo su potencial.
Tenía 20 años cuando alcanzó su primera semifinal de Grand Slam en 2019 al vencer a Roger Federer. Ese tipo de victorias demostraron que tenía un futuro brillante y, en ese momento, nadie cuestionó realmente a su cuerpo técnico. Todo funcionaba bien, así que ¿por qué iba alguien a cuestionarlo?
Esto funcionó, así que a nadie le importó. Después de más éxitos, las cosas empezaron a ir mal. En los últimos tres años, Tsitsipas ha parecido un jugador que no estaba seguro de lo que quería hacer en la pista. Esto podría explicarse por las muchas voces que expresaban lo que creían correcto. La voz de Apostolos era a menudo la más fuerte porque era la persona en la que más confiaba. Al fin y al cabo, su guía le había llevado hasta aquí, así que ¿por qué dudar de él?
Las dudas empezaron a asaltar a Tsitsipas...
Pero empezó a hacerlo. A dudar de su padre, poco a poco. Cuando los resultados empeoraron, el proceso no hizo más que acelerarse. Para tratar de ordenar el desorden, Tsitsipas trajo a Patrick Mouratoglou durante un tiempo, y pareció que funcionaba. Fue durante un tiempo, hasta que las voces empezaron a chocar y se generó un caos más mayor. Se separó de Mouratoglou, pero intentó otro experimento con Mark Philippoussis.
La historia fue la misma: funcionó durante un tiempo, pero de nuevo hubo enfrentamientos y se separó del australiano. Los resultados no mejoraron. Las voces externas que pedían un cambio de entrenador eran cada vez más fuertes. Tsitsipas se sintió acorralado y arremetió contra quienes reafirmaban su compromiso con su padre.
Salió del Top 10, rompiendo su propio logro de permanecer en el Top 10 durante un par de años. Parecía cada vez más frustrado con el tenis en general. Se trataba de un tipo que tenía un amor eterno por el tenis, y parecía que la situación lo había superado. Al final, sólo le quedaba una cosa por hacer: despedir a su entrenador.
Su padre como su entrenador, es el único denominador común en todas sus luchas. No tiene la culpa de muchas de ellas, pero es la única presencia persistente. Despedirlo puede no servir de nada, pero como dijo un famoso científico repetir lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes es una locura.
Así que hizo el cambio. No fue una decisión fácill. No podía despedir a su entrenador porque era la persona que le convirtió en el jugador que fue en su mejor momento.
El tenis es un deporte en constante evolución, y lo que funcionaba hace tres años puede no funcionar hoy. Él es el mejor ejemplo de ello, y necesita cambiar su enfoque. Para ponerlo en práctica, necesitará a alguien nuevo que esté completamente desvinculado de todo lo sucedido en el pasado. El griego arremetía cada vez más contra su entrenador durante los partidos, dando muestras de su frustración.
Lo mencionó en su anuncio; ser increíblemente irrespetuoso con su padre le rompió el corazón. No podía seguir así, así que lo eliminaría de su equipo. Eligió a su padre para que siguiera siendo su padre, a quien adora, y no quiso agriar la relación por sus problemas con el tenis.
Traerá a alguien nuevo para eso, y tal vez funcione, o tal vez no, pero merece la pena intentarlo. Stefanos no tiene nada que perderm así que aquí asistiremos al comienzo de una nueva era para él. Hoy ha cumplido 26 años y hace unos días despidió a su padre como entrenador. Tiempos realmente inéditos para el griego, que se embarcará en un viaje tenístico por primera vez en su vida sin que su padre intervenga en su carrera como profesional.