Angelique Kerber anunció antes de los Juegos Olímpicos de París de este año que los Juegos serían su última cita. Está fuera, lo que significa que ha terminado, así que echemos un vistazo a lo que fue capaz de lograr en su carrera.
Angelique Kerber destacó como tenista durante gran parte de su vida. Empezó a practicar este deporte muy pronto, a los tres años, porque sus padres trabajaban en una academia de tenis, lo que la expuso al deporte muy pronto. A medida que crecía, Kerber empezó a mostrarse cada vez más prometedora y acabó convirtiéndose en profesional a los 15 años, en 2003. Al igual que Rafael Nadal, es diestra pero juega con la mano izquierda, una elección que le resultaría muy útil en las últimas etapas de su carrera. Su primer cuadro de Grand Slam fue en 2007, a los 19 años, cuando entró en el cuadro principal de Roland Garros y jugó en las mismas pistas en las que más tarde se despediría del deporte.
La primera temporada profesional completa terminó con ella en el Top 100, en el puesto 84. Kerber tardó en llegar a la cima, ya que no lo hizo hasta 2012, cuando ganó su primer trofeo de la WTA en Suez (Francia). No era la primera final que jugaba porque la disputó en 2010 pero la perdió. Kerber ganaría otro trofeo ese año y llegaría a varias finales, terminando el año en el Top 10 con 60 victorias en la temporada.
El año siguiente fue testigo de su constante mejora como jugadora, añadiendo más trofeos a su palmarés. En 2015, Kerber ganó 4 trofeos de la WTA, lo que presagiaba lo que iba a suceder el año siguiente, cuando Kerber ascendiera a la cima del tenis y ganara un trofeo de Grand Slam. Ocurrió en enero de 2016, cuando llegó a la final del Abierto de Australia y se impuso a Serena Williams. Ese mismo año, Kerber se convertiría en la número uno del mundo tras el US Open, el mayor logro de su carrera. Desbancar a Serena Williams para lograrlo no hizo más que mejorar y consolidar su legado como una de las mejores jugadoras de los últimos años y la mejor alemana en mucho tiempo.
2017 fue un año de desafíos para Kerber, ya que luchó por mantener su forma y cayó fuera del Top 20. Sin embargo, este duro periodo preparó el terreno para su espectacular regreso en 2018. Ese año, remontó hasta el número dos de la clasificación y se hizo con el título de Wimbledon en un partido contra Serena Williams, una jugadora a la que había derrotado anteriormente en una final de Grand Slam. Esta victoria consolidó su posición como una fuerza formidable en el mundo del tenis.
Angelique Kerber se retira con la cabeza alta tras una carrera increíble.
Ganar tus dos Grand Slams venciendo a Serena Williams en la final es realmente un logro icónico que habla enormemente del legado que dejó al tenis. No lo ganó por suerte ni por nada, sino que se enfrentó a las mejores en un momento en el que aún jugaban a un gran nivel y las derrotó con contundencia. Los años siguientes serían complicados para Kerber, que no lograría alcanzar el mismo nivel que en años anteriores. Sólo jugaría cuatro finales después de la de Wimbledon y sólo ganaría dos. La última final que disputó fue en mayo de 2022, en una reñida victoria sobre Kaja Juvan. No volvería a disputar una final, pero le quedaría el recuerdo de haber ganado la última que jugó.
Ese mismo año, Kerber anunció su embarazo y, tras dar a luz el año pasado, la alemana regresó este año. Fue un valiente intento de regreso, pero al cabo de unos meses, cada vez estaba más claro que ya no era realmente competitiva, y se tomó la decisión: los Juegos Olímpicos de 2024 serían su última cita. Fue una decisión sensata, porque le costó mucho competir este año. Unas pocas victorias aquí y allá, y eso no es por lo que juega una jugadora de su calibre. Quería demostrarse a sí misma que podía volver de la maternidad, y lo hizo. La carrera que hizo en los Juegos Olímpicos lo demostró.
Derrotar a jugadoras de la talla de Naomi Osaka es una hazaña impresionante, al igual que casi derrotar a una jugadora del Top 10 como Qinwen Zheng. Al final, la jugadora china fue capaz de ganar un partido muy reñido y competido para avanzar, enviando a la alemana a la retirada. Se retira como una jugadora que ha logrado mucho más de lo que nadie pensaba. A pesar de su talento de joven, no tuvo un camino fácil. Trabajó muy duro y logró grandes éxitos en una era del tenis femenino con muchas grandes jugadoras. Sólo el hecho de que venciera a Serena Williams en sus dos Grand Slams lo demuestra.
Ha inspirado a toda una generación de nuevas jugadoras, tanto en su país como en el extranjero, y ha hecho mucho por el tenis alemán y polaco. Como orgullosa alemana de ascendencia polaca, Kerber abrazó ambos lados y defendió la causa durante toda su carrera. También demostró a las jugadoras que no hace falta ser la más grande o la más fuerte para ganar partidos. A pesar de no tener la potencia de Serena Williams, Kerber la venció. Su estilo de contragolpe es una especie en extinción en el tenis moderno, pero es un estilo de juego muy válido.
Sigue siendo eficaz si se ejecuta bien, y quién sabe, quizá haya una nueva Kerber en algún lugar practicando ahora mismo. Su legado tenístico se ha cimentado como una ex número uno que ganó dos trofeos de Grand Slam, con 14 trofeos generales y una medalla de plata de los Juegos Olímpicos de 2016. En general, pasará a la historia como una de las mejores jugadoras alemanas de los últimos tiempos, y sin duda es la mejor desde Steffi Graf. Su influencia en el futuro del tenis es innegable, y su legado seguirá inspirando a las generaciones venideras.
Kerber está oficialmente acabada, pero la futura miembro del Salón de la Fama será recordada con cariño como una profesional consumada que dio mucho a este deporte. La única que quizá no la recuerde con cariño es Serena Williams, pero bromas aparte, siempre ha respetado enormemente a Kerber, como deberíamos hacer todos. El impacto de Kerber en el deporte del tenis es innegable, y sus contribuciones serán recordadas y apreciadas durante años.