“Terminó como líder en premios, más que Alcaraz”: Roddick y Wertheim elogian el “absurdo” resurgimiento de Sinner tras el dopaje

ATP
viernes, 26 diciembre 2025 en 18:00
Sinner ATP Finals 2025
Andy Roddick y Jon Wertheim no pretendían clasificar la grandeza en Served, pero una conversación sobre el año extraordinario de Jannik Sinner inevitablemente los llevó allí.
El currículum de Sinner en 2024 por sí solo exige el debate. Terminó como número 2 del mundo, ganó Wimbledon, se quedó dolorosamente cerca de levantar los títulos de Roland Garros y el US Open, casi cerró el año como número 1, y logró todo eso pese a perderse tres meses de competición.
Para Roddick, ese cuerpo de trabajo plantea de inmediato una pregunta mayor. “Automáticamente entra en la lista corta de los mejores pegadores de la historia”, dijo Roddick en Served. “¿Quiénes están? ¿Andre? ¿Lindsay Davenport? Sinner está ahí arriba.”
Wertheim fue cauto para no precipitar conclusiones definitivas, pero la comparación surgió de forma natural. “Desde Sinner, esto es calibre Andre Agassi”, dijo Wertheim. “No digo que ya esté listo para llegar hasta ahí, pero ¿cómo lo defines? Poder golpear plano y con ritmo de forma constante, capaz de echar a alguien de la pista solo por la pegada.”
Roddick coincidió en que la definición importa. Antes de que entren en la conversación el efecto, la variedad o el engaño, el impacto de Sinner proviene de algo más fundamental. “Eso no es lo que hace para incomodar y asfixiar a la gente,” dijo Roddick. “Simplemente se te echa encima. Creo que está en esa conversación.”
Lo que separa a Sinner, en su opinión, es la implacabilidad de su juego base. No está levantando bolas, cambiando el ritmo ni apoyándose en la sorpresa. Su intención es clara y contundente. “Sale y su plan base es: ‘Voy a ponerme sobre la pelota, al ataque’”, explicó Wertheim. “Y una vez que lo hace, no puedes escaparte. No hay a dónde ir. No puedes atravesarlo.”
Cuando Sinner toma el control de un peloteo —a menudo empezando con la devolución— los rivales rara vez recuperan la iniciativa. Hay, sin embargo, una excepción notable. “A menos que seas Carlos”, dijo Wertheim, aludiendo a la capacidad de Carlos Alcaraz para romper patrones con efecto, dejadas y desplazamientos. Roddick lo expresó de forma más gráfica. “Es la única persona que puede salir de eso, del abrazo de oso, de la llave a la cabeza, una vez que está dentro.”
Parte de lo que hace tan efectivo a Sinner, señaló Wertheim, es un atletismo que no siempre es evidente a primera vista. “Es el atleta más engañosamente bueno”, dijo Wertheim. “No estamos hablando de Gaël Monfils y sus saltos para los resúmenes. Hablamos de alguien que se coloca para dictar el juego.”
A veces el atletismo aparece en golpes de videoclip. Otras veces es más sutil: ponerse al frente, ganar el primer intercambio de un peloteo e imponer el control mediante desplazamiento y equilibrio.

Temporada absurda

Tomando distancia, Roddick calificó la temporada de Sinner como “increíble”. Ni siquiera las complicaciones lo descarrilaron. Una sanción antidopaje de 90 días, un tema que ambos coincidieron podría debatirse sin fin, apartó a Sinner de la competición y, aun así, terminó como líder en premios del circuito, ganando más que Alcaraz y rozando tres majors. “Espero que hayamos dado a Sinner suficiente crédito por lo que ha logrado”, dijo Wertheim. “Y por cómo ha sido capaz de compartimentar.”
Retó a los oyentes a dejar a un lado sus opiniones sobre la suspensión en sí y centrarse en el control mental de Sinner. “Tómense tres segundos. Bien, perfecto”, dijo Wertheim. “Ahora reconozcan la capacidad de compartimentar toda esa atención polarizante, volver, y que el rendimiento sea el mismo.”
Roddick no se anduvo con rodeos. “Es p***mente una locura”, dijo. “Es absurdo.”
Esa misma capacidad de crecimiento y autoconciencia, coincidieron ambos, define también a Alcaraz. Wertheim señaló que Alcaraz ha hablado abiertamente de necesitar tiempo de preparación extendido y, crucialmente, de tener la humildad para cambiar pese a ser ya de élite. “Ser tan bueno y luego ser capaz de dejar el ego a un lado para mejorar no es normal”, dijo Wertheim.
Roddick fue tajante sobre lo rara que es esa cualidad. “Yo ni me acercaba,” admitió. “La gente me decía: ‘Tienes que ajustar esto’, y yo respondía: ‘Ni de coña. Esto funciona muy bien.’”

Rivalidad Alcaraz-Sinner

La falta de ego que comparten Sinner y Alcaraz, y su disposición a adaptarse el uno al otro, es lo que eleva su rivalidad. Ha llegado a un punto, dijo Roddick, en el que es imposible hablar de uno sin el otro.
El papel de Alcaraz en esa rivalidad quizá quedó mejor ilustrado en lo que Wertheim llamó un “partido para la eternidad”, la final de Roland Garros. “Creo que esa secuencia de 12 o 13 puntos al final, tras cinco horas y media en pista, es lo mejor que he visto”, dijo Wertheim. “Es algo que nunca olvidaré.” Para Wertheim, parecía que Alcaraz jugaba a un videojuego —“usándose a sí mismo”— en el clímax del partido.
Roddick señaló la final del US Open como otro momento definitorio, llamándolo el punto álgido de Alcaraz hasta ahora en su carrera. “Tiene una marcha que quizá la Tierra no posee cuando todo le funciona”, dijo Roddick.
Wertheim instó a los aficionados a revisar esos minutos finales. “Hablamos del último asalto de una pelea de pesos pesados cuando todos están fundidos”, dijo. “Nunca habrías sabido que llevábamos cinco horas en este clásico de máximas apuestas.”
Para él, habló a las claras de la durabilidad física, la fortaleza mental y la pura calidad tenística de Alcaraz. “Lo que aportó en ese momento fue un chiste, en el mejor sentido”, dijo Wertheim.
En definitiva, ambos coincidieron en que la rivalidad es el tema definitorio de la temporada. Alimenta a los aficionados, afila los relatos y, sobre todo, fuerza la evolución. “Lo que estamos viendo no son solo dos tipos que se han distanciado del resto”, dijo Roddick. “Son dos tipos que siguen mejorando porque el otro está justo ahí.”
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