Después de muchos intentos y años de sacrificio y dedicación,
Novak Djokovic ya puede decir que ha logrado absolutamente todo lo que un tenista profesional puede conseguir. El serbio ha conquistado lo que le faltaba, una medalla de oro en unos
Juegos Olímpicos.
Djokovic derrotó a Carlos Alcaraz en dos tie-breaks épicos. Como siempre, su gran rival de los últimos tiempos no se lo puso fácil. Pero no se rindió. Selló la victoria por 7-6 y 7-6, y se le saltaron las lágrimas mientras celebraba su característico IDEMO.
Se sentó en el banco y hundió la cabeza en su toalla. Habló después de serenarse y de celebrarlo con su hija Tara y su familia.
Afirmó que se jugaba el todo por el todo para lograr la misión final. Alabó el orgullo que siente por representar a su país, así como a sus rivales, entre ellos Nadal, Murray y Federer. Con Alcaraz llorando se ve lo mucho que significa.
Pero es el Golden Slam de la carrera de uno de los más grandes de todos los tiempos y un verdadero logro digno de admiración. Semanas después de una operación de rodilla, ha llegado a la final de Wimbledon y ha ganado una medalla de oro en los Juegos Olímpicos. En un año estéril, todo el esfuerzo habrá merecido la pena por este momento.
"Una batalla y una lucha increíbles. Sinceramente, cuando le pasó el último golpe fue el único momento en el que pensé que podía ganar el partido. Él siguió remontando y pidiéndome que jugara mi mejor tenis. Fue justo terminar los dos sets en tiebreak.
"No sé qué decir. Todavía estoy en estado de shock. Puse mi corazón, mi alma, mi cuerpo, mi familia, todo en juego para ganar el oro olímpico a los 37 años.
"El orgullo de jugar para Serbia. A Carlos y Rafa les encanta jugar para España, a Andy para Gran Bretaña, a Roger para Suiza. Sólo hay que ver las reacciones cuando ganan. Es especial. Es diferente".