La carrera de
Dominic Thiem ha sido una montaña rusa de triunfos, luchas y autodescubrimiento. En una conversación sincera, la estrella austriaca reflexionó sobre las cimas de ganar el US Open 2020, los desafíos de las lesiones y el proceso de pasar página tras una vida definida por el deporte.
El título del US Open y la burbuja del éxito
Thiem rememora la preparación extraordinaria para su primer Grand Slam: “Te preparas durante una eternidad, entrenas duro y luego ocurre algo inesperado, como un virus. No es que pienses que no es real, pero cuesta mucho asimilarlo.” Tras ganar el torneo de Kitzbühel en Austria, que quizá fuese un 250 pero implicaba una enorme presión en casa, Thiem voló directamente a Montreal para continuar su preparación.
El título del US Open lo significó todo para él en ese momento. “Tenía la creencia ingenua de que, una vez ganara, todo lo demás sería más fácil”, afirma. “Pensé que la presión disminuiría en los torneos siguientes y que podría jugar liberado. Eran pensamientos increíblemente ingenuos.”
Con la perspectiva del tiempo, la intensidad de vivir en una “burbuja del tenis” quedó clara. Thiem explica que durante años se centró únicamente en el rendimiento, creyendo que nada más importaba. “Estuve un poco sin rumbo después del título. Durante tanto tiempo viví con tanta intensidad por una sola cosa. Mirando atrás, quizá debería haber pensado de otra manera. Hay muchas otras cosas en la vida.”
La lesión: el punto de inflexión
La lesión de muñeca marcó un cambio dramático en su carrera. “No surgió de la nada. Desde que tenía 10 u 11 años, mi muñeca había pasado por mucho. Cuando la lesión llegó a los 28, fue difícil, pero quizá mejor que si hubiera pasado a los 18 o 19”, reflexiona.
Sintió de inmediato que era grave: “Como atleta de competición, sientes tu cuerpo de cerca. Sabes al instante cuando algo no va bien. Mi estilo, especialmente mi derecha, dependía de la muñeca. De repente, la sensibilidad fina no volvió, y todo cambió.”
El camino de regreso fue arduo. Thiem cometió errores en la rehabilitación, empezando demasiado pronto y sin dar a su cuerpo el tiempo suficiente para sanar. “Tras el regreso, nunca me sentí tan cómodo en pista como antes de la lesión. Los últimos detalles nunca volvieron. A menudo fue un tormento, aunque tuve algunos bonitos éxitos.”
La decisión de retirarse
En 2024, Thiem entendió que su carrera profesional llegaba a su desenlace natural. Describe una sensación de sobrecarga: “Estaba acostumbrado a saber que si jugaba bien, podía ganar o vencer a cualquiera. Pero en los últimos años, me preocupaba si siquiera podría entrar al cuadro principal del próximo Grand Slam.”
Una serie de resultados decepcionantes en torneos Challenger en Hungría y Croacia dejó clara la decisión. “Me dije: no sirve de nada. Puedo aguantar unos años más, pero no es lo que quiero. Fue entonces cuando decidí que 2024 sería mi última temporada.”
El año final de Thiem en el circuito le permitió despedirse a su manera, jugando en Kitzbühel, el US Open, Roland Garros y celebrando su adiós en Viena.
La transición a la vida después del tenis
Incluso antes de que terminara la temporada, Thiem se preparaba para la vida más allá del circuito. En marzo de 2024, él y Stefan fundaron Team Energy, un proyecto para ayudarle a dar el salto a una nueva etapa. “Existieron dos mundos al mismo tiempo, lo que me ayudó a empezar directamente el siguiente capítulo tras el último partido. Eso definitivamente me salvó de caer en un agujero”, afirma.
Aunque el tenis siempre será una parte importante de su vida, estaba decidido a explorar nuevos horizontes. “Durante años, deseé hacer algo completamente diferente. El tenis siempre será una parte de mí, pero no debería ser la única parte.”
Reflexiones sobre la carrera y la vida
Mirando atrás, Thiem contempla su camino con gratitud y perspectiva. “Ganar el US Open lo fue todo entonces. Ahora, es una experiencia increíble de la que estoy muy contento. Pero me atrevo a decir que incluso sin ello, la vida también sería buena.”
Reconoce las lecciones que llegaron tanto de las cimas como de los baches: la preparación intensa, el golpe de la lesión y la realidad del retiro. “Solo aprendes a apreciar lo que tu cuerpo puede hacer cuando de repente deja de funcionar. Fue amargo al principio, pero ahora veo cuánto aguantó mi cuerpo y qué afortunado soy de que durara tanto.”