“Fue algo mágico para mí” — el icono del tenis en silla de ruedas David Hall rememora su carrera pionera y su ingreso al Australian Tennis Hall of Fame

ATP
miércoles, 26 noviembre 2025 en 8:00
Collage_DavidHall
La leyenda australiana del tenis en silla de ruedas David Hall ha tenido una carrera inmensamente laureada e inspiradora en la élite del deporte. Tras un trágico accidente en la adolescencia, superó todos los obstáculos para convertirse en una figura legendaria de la disciplina.
Cerró su ilustre trayectoria con 17 títulos de Grand Slam. Nueve coronas en el Australian Open, siete triunfos en Wimbledon y asombrosas ocho victorias en el US Open. Ganó seis medallas en los Juegos Paralímpicos, fue seis veces ITF World Wheelchair champion y fue el mejor tenista en silla de ruedas durante una década.
Su palmarés ha sido ampliamente reconocido, con su nombre en numerosos Salones de la Fama a lo largo de su etapa en el foco mediático. El más significativo fue su ingreso en el Australian Tennis Hall of Fame en 2015.
“Aquello fue mágico para mí”, recordó Hall en The Sit Down Podcast. “Es sencillamente emocionante para mí que [mi busto de bronce] esté ahí con Evonne [Goolagong Cawley], y Newk [John Newcombe], y Rod [Laver], y Frank Sedgman, y Ken [Rosewall], y todos esos iconos del tenis que han cambiado el tejido de la sociedad australiana de tantas maneras, y yo estoy ahí con ellos.”

Superar un trauma para convertirse en el mejor del mundo

De adolescente, la vida de Hall dio un giro. Perdió ambas piernas tras ser atropellado por un coche. Mientras intentaba readaptarse con prótesis, se enamoró del tenis en silla de ruedas. Aunque el tenis era un deporte que Hall practicaba con regularidad, esta fue la oportunidad de volver a mostrar su talento y habilidad en la pista pese a los contratiempos.
“Claro que, después de un accidente tan traumático, te sientes triste, te sientes enfadado, tienes todas esas emociones y un poco de ‘¿por qué a mí?’”, admitió Hall. “Pero a medida que avanzas, sales del hospital, entras en rehabilitación, intentas transitionar a la sociedad.”
Fue entonces cuando tomó el rumbo decisivo hacia el tenis en silla de ruedas. “Estaba aprendiendo a caminar con prótesis y, en algún momento del proceso, descubrí el tenis en silla de ruedas, lo cual fue fantástico, porque cualquier energía negativa que tenía podía volcarla en golpear pelotas de tenis”, confesó el australiano. “Y así, en algún punto, toda esa negatividad, y la rabia, y la confusión, y el ‘¿por qué a mí?’ se quedaron atrás. Si estaba en un nivel de desesperación, tenía que estar dispuesto a intentar salir de él. Y creo que eso es lo que significa esa frase [en la sinopsis]: tienes que estar dispuesto a encontrar lo que hay ahí fuera. Y eso significa no asumir el papel de víctima, y significa sacar los colmillos, y quizá dejar que salga un poco el alfa.”
Su deslumbrante carrera lo ha convertido en una figura querida, con muchos que lo recuerdan por sus éxitos en el deporte. Su legado ha quedado fundido en bronce en el Garden Square de Melbourne Park. Su estatua se erige con orgullo junto a otras leyendas del tenis. Sigue siendo la única persona en silla de ruedas en el Australian Hall of Fame, todo un reflejo de su categoría.
“No quería que me recordaran como el tipo que no podía ganar el oro, llegando como favorito en su propia ciudad. La presión estaba ahí”, admitió Hall. “Pero tenía que rendir; ni siquiera ronda a ronda a mi mejor nivel, solo tenía que rendir cuando más importaba. En las bolas de break, en los ‘tiebreaks’, en los terceros sets, y con eso bastó. He jugado mejor en otros torneos; no jugué mi mejor tenis [en Sídney], pero podía encenderme cuando necesitaba encenderme. Si me reconocen, como en un ascensor o algo así, será por eso, por ganar ese partido [de la medalla de oro].”
Al mirar atrás, Hall se muestra muy agradecido por todo lo vivido, exprimiendo una situación extremadamente dura. “Creo que el deporte me dio muchísimo. No solo me dio sueños que perseguir, sino que me ayudó realmente, al principio, cuando salía de la rehabilitación, también en lo social”, dijo Hall. “Pude viajar por el mundo; tuve una vida fantástica durante 15 años jugando torneos en muchos países, conociendo a diferentes personas, [viviendo] distintas culturas, distintas comidas. El tenis era como esa zanahoria dulce que quería saborear año tras año. Y pensaba: ‘He comido tantas de esas hermosas zanahorias dulces que tengo que invertir la situación. Ahora me toca a mí, tengo que devolverle algo al deporte.”
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