¿El tenis ruso al borde de la crisis? Solo 17 tenistas masculinos entre los 500 primeros del ranking y falta de relevo

Con la noticia esta semana de que Anastasia Potapova ha decidido pasarse a Austria, queda en evidencia la falta de opciones para Rusia, que sigue viéndose lastrada por la guerra en Ucrania, especialmente en el circuito masculino.

Daniil Medvedev ha sido durante mucho tiempo la excepción, pero cae a un ritmo rápido: el ex número 1 del mundo, de 29 años, es ahora el número 13 y suma 2.760 puntos, apenas por delante de los únicos otros dos rusos dentro del top 150.

Se trata de nombres muy conocidos como Andrey Rublev y Karen Khachanov, que también han vivido tiempos mejores respecto a su situación actual. Cabe señalar además que Rublev, en particular, ha dejado claro que está en contra de la guerra en Ucrania y a algunos les sorprende que aún no haya cambiado de bandera como hizo Daria Kasatkina.

Pero es amigo de los otros dos miembros del top 20 que, paradójicamente, compitieron en la exhibición respaldada por Gazprom en San Petersburgo, en la que también participó Anastasia Potapova antes de decidir pasarse a Austria.

Khachanov aparece a continuación como número 18 del mundo. Pero también destapa otro problema más abajo: aunque solo 17 jugadores rusos están ubicados dentro del top 500, apenas ocho de ellos tienen menos de 27 años.

Entre esos ocho más jóvenes, ninguno está dentro del top 250 mundial. En contraste con la WTA, donde varias ya están asentadas: Mirra Andreeva, Ekaterina Alexandrova y Liudmila Samsonova figuran todas en el top 20 del ranking. Diana Shnaider también ha llegado previamente al top 15 y además juega dobles con Andreeva.

Pero esta tubería de talento es un problema, ya que incluso en el circuito femenino jugadoras como Potapova y Kasatkina han cambiado de nacionalidad, sea en el caso de la segunda por temor por su propia seguridad si regresara a su país, y en el de Potapova probablemente por cuestiones de visado.

Incluso para nombres establecidos como Andreeva, la entrada en ciertos torneos, como se rumoreó al final de la pasada temporada, supuso algún contratiempo por su procedencia. Mientras, Potapova ya lo ha sorteado, viva o no en Rusia.

Otros lo han hecho por distintos motivos, como Elena Rybakina y Alexander Bublik, que se mudaron pronto a Kazajistán, o Elina Avanesyan, de ascendencia armenia, que decidió representar a ese país. Así que no es una práctica nueva, pero muestra que, en medio de todas las restricciones impuestas a los rusos, esto ya afecta a las futuras estrellas.

Desde Medvedev hacia atrás hasta Marat Safin, por ejemplo, siempre ha habido rusos en la élite del ranking, también en la WTA con figuras como Kuznetsova, pero eso podría pronto ser cosa del pasado si se mantiene la tendencia actual.