El
Open de Australia tenía la intención de evitar los prolongados finales que han afectado al Grand Slam y otros eventos sin imponer un toque de queda, incorporando un día adicional al calendario y ampliando la duración del torneo. Sin embargo, a diferencia de otros torneos que han ajustado la programación, esta estrategia no fue adoptada.
Daniil Medvedev ha sufrido las consecuencias al verse obligado a jugar hasta casi las 4 de la madrugada, siendo un ejemplo de cómo esta iniciativa no ha resultado efectiva.
Cuando Medvedev salió a jugar el último partido del calendario en la Rod Laver Arena, sabía que no iba a ser precisamente un final anticipado, independientemente de si lo ganaba en tres, y lo empeoró al tener que producir una remontada para sellarlo 3-6, 6-7(1), 6-4, 7-6(1), 6-0 y alcanzar la tercera ronda contra el finlandés
Emil Ruusuvuori.
Ruusuvuori se hizo con la ventaja desde el principio y obligó a Medvedev a cometer muchos errores no forzados. En el segundo, Ruusuvuori se puso 5-3 arriba, pero Medvedev forzó el desempate, lo que puso al ruso al borde del abismo.
Medvédev aprovechó un descanso en el baño y se llevó el tercero para iniciar su resurgimiento por 6-4. Pero tuvo que confiar en el tie-break para enviar el partido al decisivo. Pero tuvo que recurrir al tie-break para llevar el partido a la final. Medvedev se adelantó por 3-0 en el último set y se deshizo de Ruusuvuori para sentenciar la eliminatoria mientras su entrenador, Gilles Cervera, parecía el hombre más ansioso del planeta en las gradas.
Este retraso se debió principalmente a Iga Swiatek y Carlos Alcaraz, que tardaron tres horas en terminar sus partidos, y a Rybakina y Blinkova, que disputaron el tie-break más largo de la historia de los Grand Slams con el formato actual, lo que puso a Medvedev en apuros de tiempo. Aryna Sabalenka, defensora del título, se vio obligada a jugar en la noche inaugural ante un público prácticamente inexistente, ya que Novak Djokovic era la atracción principal y la bielorrusa no jugó hasta después de medianoche;
Un suceso que resulta un tanto desconcertante de creer en este caso, pero que sigue siendo un problema para el tenis y no sólo para los jugadores, sino también para los espectadores que aspiran a ver a las principales estrellas en las grandes competiciones.