Boris Becker ha recordado recientemente la época en la que, durante su carrera en el tenis profesional, tuvo una adicción a los somníferos que le impidió ganar
Wimbledon en 1990.
Becker ha tenido numerosos problemas en su vida y en una época llegó a tener adicción a los somníferos porque no podía dormir sin ellos. En su mente, la adicción le costó el Wimbledon de 1990, lo que tiempo después le llevó finalmente a deshacerse de esa adicción, lo que obviamente fue para mejor.
Hablando de ello en un documental de Apple+, Becker dijo: "En el 87 ya no podía soportar las presiones, no podía dormir. Pasé dos largos años en los que mi mente se paraba. Estaba un poco agotado, hablé con el médico del equipo alemán. Me dijo 'bueno, hay un somnífero muy suave, te lo puedes tomar fácilmente. Te despiertas a las seis horas y estás bien'".
Y añadió: "Pero era muy adictivo y muy fuerte. No me despertaba hasta después de cinco, seis horas fresco, y cuando lo hacía me sentía como en una neblina. Me enganché a ellas hasta el punto de no poder dormir sin las pastillas".
"En el 1990 todavía no dormía. Antes de la final de Wimbledon me tomé el último somnífero a las cinco de la mañana. Error. El entrenamiento era a las 11:00, el partido a las 14:00. Me desperté a las 11:30 de la mañana. Tomé algo rápido para comer y me apresuré al club, '¿puedo golpear un poco?', y así estuve hasta las 12:30".
Explicando el partido, Becker dijo: "Empiezo el partido. Soy muy lento, todo lo que hago no sirve para que la pelota deje de pasarme. No sé lo que hago. Pierdo el primer set, el segundo. Debo haber sudado bastante. Vuelvo, voy ganando 4-1 en el quinto set, me pongo nervioso. Acaba ganando mi rival 6-4. Me dije: 'estúpido idiota, podrías haberle ganado. Tienes que dejar los somníferos, no te van a llevar a ninguna parte'".