“Este chico apesta, es terrible”: Steve Johnson recuerda el día en que Sinner, con 17 años, le hizo plantearse la retirada

ATP
viernes, 28 noviembre 2025 en 23:00
sinner rome 2020
Steve Johnson todavía se ríe —sobre todo de sí mismo— cuando cuenta la historia. Años antes de que Jannik Sinner se convirtiera en una superestrella global, cuatro veces campeón de Grand Slam y número 1 del mundo, era solo un adolescente crudo y delgado con una invitación en el Masters de Roma 2019. El italiano tenía apenas 17 años y era el número 263 del ranking mundial.
Pero para Johnson, aquel partido fue poco menos que una crisis emocional. Como les dijo a John Isner, Sam Querrey y Jack Sock durante una reciente charla en Tennis Major, “no sé si alguna vez sintieron esto… juegas contra un invitado local o un chico de casa y hay sensaciones diferentes”.
Al pisar la pista central esa tarde, Johnson sintió más presión que confianza. Sinner era alto pero escuálido, lejos del jugador intimidante que es hoy. Johnson recordó el momento con claridad: “Salgo ahí y el chico mide como 6'3, 112 libras, súper flaco y piensas, ‘Esto puede salir mal para mí. Tienes que ganar, ¿no?’ Porque queda mal en la pista central.” Las expectativas no iban solo de ranking o experiencia: estaban ligadas al orgullo.
El partido se alargó hasta un tercer set, y de repente el miedo al ridículo se volvió muy real. Johnson describió la sensación con brutal honestidad: “Y luego llega el tercer set. Yo estaba como, ‘Por favor gana, tienes que ganar esto, encuentra la manera.’ O serví para partido o tuve puntos de partido y luego perdí 7–5.” Aquella derrota no fue solo otra salida prematura: le golpeó en lo más profundo. En cuanto salió de la pista, la frustración estalló.
Johnson admitió que se desmoronó rápido. Justo después del partido, agarró el teléfono y se desahogó. “Llamé a mi agente… y le dije, ‘Acabo de perder con—este chico es malísimo, es terrible. Voy a dejar el tenis literalmente por el resto de tu vida.’” El humor autocrítico con el que lo cuenta ahora solo subraya lo tocado que estaba entonces. Su entrenador ni siquiera había llegado aún al torneo, dejándolo rumiando solo en Roma. La derrota le pareció catastrófica.
Pero su equipo le llevó la contraria. Le dijeron que respirara, que tomara distancia y que, de verdad, prestara atención al chico que acababa de ganarle. Johnson recordó bien su reacción: “Empecé a hablar con mi agente, un par de los otros entrenadores, y me dicen, ‘Dale tiempo. Este chico va a ser irreal.’” Él no se lo creyó, ni por un segundo. Como admitió, “les dije, ‘Son tan estúpidos, este tipo no va a llegar a ninguna parte. Va a tener una victoria, y va a ser contra mí. Esto no va a cambiar nunca.’”
Y luego llegó el remate. El giro que nunca vio venir. La parte de la historia que solo se vuelve más graciosa —y más increíble— con el tiempo. “Quién iba a decir que como cuatro años después estaría ganando 100 millones de dólares al año, levantando Slams y siendo de lejos el número 1.” La incredulidad en su voz lo dice todo: no tenía idea de que acababa de perder contra un talento generacional.
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